Publicaciones

La innovación tiene varios grados que forman un continuo. Una empresa puede incursionar en los grados más simples de innovación hasta los más sofisticados. Evidentemente, cada cual tiene sus costos y beneficios.
Este es el primer grado. Proyectos de este tipo están pensados para bajar costos, mejorar un proceso ya existente o extender una línea de productos o servicios.
En el segundo grado, lo que se espera es la generación de nuevos y mejores productos, servicios o procesos que creen valor para el cliente y la empresa.
En el tercer grado lo que se trata es cambiar dramáticamente la forma de llegar al mercado, alterando, no sólo el producto o servicio, sino que la manera de comercializar, colocar el precio,utilizar mis canales y de asociarse con terceros para hacer lo que no es de mi competencia.
Como decía al inicio, el de mayor inversión es posiblemente el tercer grado. Pero también es el de mayor retorno. Simplemente por el hecho de que ese es el tipo de innovación que muy pocas empresas están haciendo y, por lo tanto, podemos generar mayor diferenciación.
No tiene mucho sentido desgastarse en definir si la innovación es segundo o tercer grado. Lo importante es que lo sea.
De todas las definiciones que he visto, la que más me ha impactado es la de Innovation Network, una empresa norteamericana dedicada a estos efectos. Ellos definen innovación como “Personas creando valor a través de la implementación de nuevas ideas”. Lo fantástico de esta conceptualización es que se focaliza en la fuente misma de la innovación: es decir las personas, pero que es a su vez, es suficientemente amplia como para incluir productos, servicios, procesos, modelos de negocio, estrategias, etc.
No hacemos innovación por ser modernos, sino que para generar una ventaja por sobre mis competidores. Por ello, es importante, hacer aquella innovación que sea más atractiva desde ese punto de vista.