¿No será muy ambiciosa la pregunta que contiene el título de esta columna?, ¿lograr la excelencia organizacional?
Puede ser, pero esa es simplemente la mejor explicación del éxito. ¿No será como demasiado difícil ser excelente? Siempre la excelencia es una meta difícil de alcanzar. Pero, si hay empresas que han alcanzado ese nivel, y gozan de un éxito sostenible, ¿porque no aspirar a eso?. Para ello se requiere seguir un camino esforzado y disciplinado, que por eso mismo más me vale partir ya.
En primer lugar, necesitamos una estrategia ganadora. Y, éstas se logran a través de una cultura innovadora y la ambición permanente de ser diferente. Adicionalmente, necesitamos un proceso que transforme la estrategia en un Balanced Scorecard. Es decir en un conjunto de objetivos, mediciones y metas, que permitan tangibilizar la estrategia en asuntos concretos.
Sin embargo, si no somos capaces de desplegar la estrategia hacia los niveles más operacionales de la organización, llegando incluso al individuo, es difícil que esta estrategia se implemente. Lo más probable es que quede en la capa superior de la organización sin que la estrategia sea traducida en términos simples y medibles para la mayoría de la empresa.
Por otra parte, es fundamental que la estrategia y los Balanced Scorecard sean sincronizados entre sí. Esto incluye las distintas áreas, divisiones, funciones, procesos, etc. de la empresa. Suele suceder que las iniciativas se duplican, o no tienen consistencia, o unas son concretas y otras vagas, o simplemente no se integran. Este paso es fundamental para poder llevar la estrategia. Y sea en forma coordinada o en términos ejecutables a todos los niveles de la organización.
Finalmente, se requiere alinear el Balanced Scorecard, y el proceso seguido hasta el momento con la gestión del capital humano. Es decir, se necesita que los procesos de evaluación de desempeño, capacitación, planificación de carrera, clima organizacional estén ligados entre sí y con la estrategia y el Balanced Scorecard. Este es un paso no trivial que la mayoría de las empresas se lo salta o no lo estructura apropiadamente.
Sólo de esta forma podremos lograr una cultura centrada en la ejecución. Donde cada individuo tenga claro cuál es la estrategia de la empresa, qué debe hacer él para contribuir con ella, cuáles son la competencias que se requieren para ejecutar bien su actividad, en qué nivel se encuentra él, qué debe hacer para superar la brecha, qué pasa si no supera la brecha y si la supera, cómo va a ascender el la empresa y bajo qué condiciones, etc.
La clave de la excelencia organizacional radica en una disciplina que asegura que mis estrategias son sólidas, innovadoras e innovadoras. En una cultura de ejecución que se basa en lograr una empresa que está alineada y sincronizada a todos los niveles y que todos los individuos saben exactamente qué tienen que hacer y porqué.